ESPEJOS
DE LA MEMORIA
"La
Ciudad irá contigo a donde vayas"
K.Cavafis
LA ciudad, en imágenes recuperdas al tiempo pasado,
con el mejor sabor proustiano de una estética que despliega
y desvela la armonía de su memoria en arquitecturas
cómplices de vivencias, de formas que alumbran lo que
el silencio clama. Son planos generales, una veces, edificios
que regresan al lienzo su derruida ambrosía, desde
la mirada cautiva del autor: cárcel, quizá,
de una infancia que retiene luces y sombras - objetos de sus
dones - de la ciudad, Albacete, hoy sustancia y materia en
la pincelada restrospectiva de la distancia. Otras veces,
como tiempo detenido surgen a cielo abierto cúpulas,
bóvedas, cariátides, arcos, hornacinas, ventanales
... atlas de geografía cotidiana que se expande a través
de plazas y callejas, como dédalos perdidos en esa
soledad que sustenta la belleza de lo que no se ve, en la
alta visión que denuncia el egregio detalle de la piedra
o el vegetal, el alabastro o la madera.
Todas
las luces quieren ser descubiertas, todas las dimensiones
hallar acoplamientos. Y entra el espacio en el cuadro, sutilmente,
dejando al leve cordel la sujeción del hueco, la función
de rama para los pliegues por donde avanzar. También
la línea se apodera del lienzo, de la atmósfera,
y le prende en el color.
El
vacío, dijo el físico Basarab Nicolescu, está
lleno de vibraciones, reales
o virtuales. Antonio Argudo llena esa abstinencia con calma
figurativa, planos y texturas que esculpen el calendario de
la ciudad, con resonancias casi invisibles del dominio de
las técnicas, el dibujo renacentista a ras de las pupilas,
el vigor del "action painting"
en la neblina lírica del trasfondo.
Antonio Argudo hurga con oficio y saber el agrietado mundo
de la añoranza, y el resultado no es solo belleza estática,
que bien pudiera parecer a primera vista, también se
acumula en ella, en la añoranza arquitectónica,
el misterio que siempre en el verdadero arte fluye y cambia.
Lo escribió Jorge Luis Borges: "El
reflejo de tu cara es otro en el espejo y el día es
un dudoso laberinto".
José Manuel Martínez Cano.